A consecuencia del impacto negativo que en nuestros hij@s se produce frecuentemente por la inadaptación de los adultos, a los cambios provocados por la ruptura de las relaciones familiares.
Todos los miembros de la familia sufren un cambio trascendental, emocional, patrimonial y sociológico, que suele dificultar la gestión de estas modificaciones, aumentando los conflictos y deteriorando la relación interpersonal, ya que en ningún caso la solución impartida por un juez satisface a ninguna de las partes, ni resuelve todas las cuestiones que surge diariamente.
La situación impacta contra los niñ@s y les impide un desarrollo físico, mental, moral y social SALUDABLE y NORMAL, en condiciones de LIBERTAD y DIGNIDAD.
La normalización de las situaciones de ruptura de la convivencia familiar en nuestra sociedad y su judicialización evidencia su influencia en la calidad de vida de nuestros hij@s, que se ven obligados a aceptar y adaptarse a la nueva situación, en muchas ocasiones en situaciones de estrés permanente.
Esta dificultad provoca una cronicidad de los conflictos, alto nivel de ira y desconfianza entre la partes, perjudica la comunicación entre los miembros de la familia, se interactúa en una espiral de violencia verbal e incluso física y todo ellos deriva en un aumento de los litigios.